HISTORIA DEL NIÑO JESUS DE PRAGA

La historia cuenta:

Que la devoción al Niño Jesús de Praga surgió a comienzos del siglo XVII. En 1620, el emperador de Alemania, Fernando II, en agradecimiento por una victoria conseguida en una batalla, fundó un convento de Padres Carmelitas en Praga.
En torno a 1628 estalló en la ciudad una guerra, y el monasterio sufrió grandes penurias y calamidades que hacían muy difícil la vida de sus religiosos.
Todo esto cambiaría gracias a la princesa Polixena Lobkowitz, quién sintiendo profundamente las necesidades de los Carmelitas, decidió regalar a los religiosos una pequeña imagen del Niño Jesús. 

La imagen fue colocada en un lugar de privilegio por los Carmelitas y el convento comenzó a mejorar sus condiciones gracias a la intermediación del Niño Jesús. Poco tiempo después, en 1631, estallaría de nuevo una guerra, por lo que los religiosos se vieron obligados a abandonar el convento, y la imagen del milagroso Niño fue ultrajada y arrojada a los escombros por los invasores. En 1635 los Carmelitas regresarían a Praga, y uno de los monjes, el padre Cirilo, encontró la imagen entre los escombros, devolviéndola al culto.

Estando el padre Cirilo rezando ante la imagen, oyó una voz que le decía «tened piedad de mí y yo me apiadaré de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os devolveré la paz. Cuanto más me honrareis, tanto más os bendeciré». Tras examinar la imagen, el monje descubrió que tenía sus manos mutiladas, empezando desde entonces a buscar fondos para poder repararla. Tras muchas vicisitudes y respuestas negativas a las rogativas del padre Cirilo, un día se presentó un desconocido que se ofreció voluntariamente a reparar los desperfectos de la imagen. Tras ello, sus devotos recibieron desde aquel momento grandes beneficios.

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